Hablamos y escribimos casi como respiramos, de forma automática, sin preocuparnos por cómo y para qué.
Las consecuencias las vemos a diario: no nos hacemos entender, se distorsionan los mensajes, no se consiguen los objetivos que nos trazamos…
A continuación se exponen algunas claves, al alcance de todos, para mejorar nuestra comunicación. Las conocemos, son tan sencillas, que sorprende aún el grado en el que las despreciamos:
- Sencillez y claridad. En la era de Twitter, trata siempre de ser directo y conciso. Si puedes decirlo en una frase, ¿por qué utilizar dos?
- Hazlo de forma diferente. Ante la exposición a miles de mensajes diarios, trata de ser diferente, mantén la esencia pero sorprende en la forma y los contenidos. Invierte en creatividad e innovación, que es gratis.
- Empatía.Esta debería ser, en realidad, la primera de las reglas. Conoce a tu público y pon la comunicación (presentación, discurso, clase, artículo…) a su servicio, no al tuyo.
- Olvídate por un momento de las cifras, los datos, las estadísticas… y apela a los sentimientos. No es que aburramos, que también, sino que nadie va a recordarlos. “Si lo vives, lo sientes y te emocionas, el mensaje llega” [Guía práctica para la comunicación en Agenda Local 21].
- Utiliza recursos visuales. Lamentablemente cada vez leemos en dosis más pequeñas, no sé si menos. Así que ilustra tus contenidos con fotografías, dibujos, vídeos…
- Tómate un respiro y reflexiona. El mundo no se detiene pero nosotros sí podemos hacerlo y cuando volvamos a la actividad no solo seguirá donde lo dejamos sino que estaremos en mejor disposición de aportarle cosas valiosas.
- Prima siempre la calidad sobre la cantidad. Antes de enviar un correo electrónico, responder un tuit, intervenir en una reunión, responder una pregunta o comentario… plantéate qué vas a aportar. Selecciona porque “restar, suma y da valor” [Guía práctica para la comunicación en Agenda Local 21].
Algunas de estas pautas aparecen recogidas en el documento y el artículo que aparecen a continuación:
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