ID-100315195_opt¿A quién va usted a creer?, ¿a mí o a sus propios ojos?, Groucho Marx

The whole problem with the world is that fools and fanatics are so certain of themselves and wiser people so full of doubts, Bertrand Rusell

Uno ha de ser el primer crítico y terrorista respecto a los propios conceptos, razonamientos e intuiciones, Rafael Martínez

Si no albergas dudas, sospecha. La seguridad en nosotros mismos y en nuestras convicciones puede ser positiva pero no es un valor absoluto.

La ciencia nos indica que nuestros cerebros son básicamente imperfectos y poco dignos de fiar, así que bien haríamos en eliminar certezas y valorar, al menos, algunos de los siguientes SESGOS:

Sobreestimamos nuestras buenas intenciones y subestimamos las ajenas

Si nos saltamos un semáforo en rojo, por ejemplo, nuestro cerebro busca todo tipo de excusas para justificarlo. Si el que se lo salta es otro, somos partidarios entonces de la aplicación de todo tipo de castigos por la mala fe, ajena.

Es el llamado sesgo del actor-observador.

Podemos manipular (ser manipulados) con cierta facilidad

Un simple gesto como dar un pequeño regalo antes de pedir un favor nos ofrece muchas posibilidades de recibirlo.

Las personas tendemos a mostrar reciprocidad respecto a los comportamientos que nos brindan.

Si vemos un mismo producto de dos marcas diferentes por 10 y 30 euros, solemos valorar la diferencia como grande y desproporcionada. Con el mero hecho de añadir un tercer precio (50 €), la opción anterior parece razonable y, quizá, la elegida.

Suscribimos con mucha facilidad la opinión mayoritaria, incluso cuando sospechamos que es equivocada, por el malestar emocional que nos provoca ir contra corriente. Por eso, por ejemplo, nos gusta mucho más la gente que es y se comporta como nosotros.

De acuerdo con el efecto halo, asignamos a una persona bella cualidades intelectuales superiores, aun sin conocerla.

Nos comportamos mejor si las expectativas depositadas sobre nosotros son altas. Pistas, sin duda, interesantes para aspectos como la motivación o la comunicación interna.

Tomamos las decisiones por la emoción, la intuición…

El papel de la lógica y la razón es, en la mayoría de los casos, posterior y nos sirve para encontrar justificaciones a la decisión adoptada.

Si no te puedes fiar del cerebro, de la memoria ni te cuento

Cada vez que accedemos a un recuerdo no extraemos un archivo sellado de nuestro cerebro sino que recreamos nuevamente la vivencia, por lo que nuestros recuerdos se ven alterados con facilidad por otras experiencias, emociones…

¿Es real la realidad que percibimos?

Se estima que nuestro cerebro es capaz de procesar, solo somos conscientes de, menos de un 1 % de la información total que recibimos cada segundo.

A la luz de todo lo cual, quizá 😉 , sería preciso que nos planteáramos la validez de nuestras certezas.


Para saber más:

Fuente de la imagen: Freedigitalphotos

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