Ortografía y comunicación. Escribir bien para comunicar mejor

  La ortografía es a la comunicación lo que la cara al alma, su espejo.
Si no cuidamos la forma estaremos invitando a que se desconfíe del fondo y en comunicación eso es directamente un primer paso al suicidio.
Por eso, coincido –como casi siempre- con Juan Luis Manfredi cuando, en un artículo reciente, afirmaba que escribir bien “genera credibilidad, apoya el branding y demuestra coherencia y orientación al detalle”.
Lamentablemente la realidad nos muestra a diario múltiples ejemplos de la falta de interés que despierta el cuidado de textos empresariales, currículos personales o incluso noticias en medios periodísticos.
Como tributo al gran Fernando Lázaro Carreter y a sus siempre atinados dardos, me gustaría compartir algunos gazapos comunes que he tenido ocasión de leer recientemente:
  • Existen algunas palabras como bricolaje o garaje, que extrañamente aparecen habitualmente reflejadas con el término en francés (bricolage o garage).
  • Hay otras (convoy o chándal, por ejemplo) cuyos plurales parecen seguir reglas propias. Así no es difícil ver escrito convoys o chandals, en lugar de convoyes o chándales.
En ambos casos, una regla sencilla para recordar cómo se forman sus plurales es buscar otra palabra más común con la misma terminación, por ejemplo, rey(es) o caudal(es).
  • Las TILDES son un mundo aparte y cada uno las colocamos como mejor nos parece. Pero hay un grupo de palabras (porque, porqué, por qué, por que) que cuesta ver bien escritas casi tanto como acertar un boleto de Euromillones.
Ante la duda, lo mejor es acudir a algunas de las excelentes fuentes de las que disponemos. Y, en este sentido, este artículo de Fundéu es enormemente recomendable.
  • Y el último ejemplo por hoy: cesar. Un verbo intransitivo, o al menos eso dice la RAE, que se emplea como transitivo, un día sí y al siguiente… también.
Uno cesa en su puesto, cuando deja de hacer lo que hacía, pero no pueden cesarte. Pueden despedirte, echarte o prescindir de tus servicios.

¿Cuáles serían –en mi opinión- algunas recetas para evitar tanto el sonrojo, pasajero, como la pérdida de imagen y reputación profesional, más grave y prolongada?

  • Aprender de los errores. Nadie está libre de cometerlos.
  • Leer mucho y prestar atención a la ortografía.
  • Mostrar mucha curiosidad e interés.
  • Y aprovechar los recursos existentes para consultar de forma inmediata cualquier duda, buscar sinónimos, acepciones, reglas de puntuación.
  • Y en último término, acudir a un profesional. Lo que puede parecer un gasto eludible es, sin duda, una buena inversión.

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