Transparencia y política, ¿términos contradictorios?

La transparencia política es a la transparencia lo que la justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música. Libre adaptación de una frase de Groucho Marx.

La reciente publicación de los patrimonios declarados por parte de los diputados y senadores españoles ha desatado un interés morboso por comprobar cifras, ingresos y bienes.
Lástima que no haya servido para suscitar un debate mucho más serio y abierto en torno a la necesidad de adoptar -de un modo firme y comprometido, lejos de destellos fugaces- un modelo integral de transparencia en la gestión pública.
¿Por qué no publicar con total transparencia los ingresos, bienes y patrimonio de todos los políticos, sea cual sea el ámbito de la administración del Estado en el que sirvan? ¿Por qué no hacerlo, de un modo riguroso, desde que comienzan su mandato hasta que lo abandonan? ¿No otorgaría mucho más legitimidad a su labor y a sus personas y serviría de antídoto frente a la corrupción, por ejemplo?
Los ciudadanos no empujamos lo suficiente y a los políticos estas cuestiones les parecen banales; ahora por la crisis económica y antes, supongo, por la ausencia de la misma.
Pero tal y como ocurre con la comunicación interna en una empresa o institución, en época de dificultades es cuando hay que realizar, a mi juicio, un mayor esfuerzo por alinear las voluntades y conseguir apoyos que ayuden a avanzar en la misma dirección para sortear los obstáculos.
Y los políticos demuestran, también en este tema, una cortedad de miras que ciertamente provoca escalofríos.
Piensan que el salvoconducto a su labor es el voto y se equivocan.Este es únicamente una delegación de una misión que debe ser controlada minuciosamente. Pero seguimos en sus manos y muy pocos se atreven a dar el paso para ofrecer las herramientas y los medios necesarios para que esto se produzca.
De ahí, el enorme descrédito que acumulan los políticos y que, me temo, tampoco ocupa un lugar de privilegio en sus preocupaciones.
Porque la transparencia, la apertura, la colaboración y participación de los ciudadanos… no solo enriquece el modelo y cultura democráticos sino que otorga una legitimidad a los políticos de la que actualmente carecen.
Por ello, es siempre interesante observar cómo se multiplican las iniciativas para que esta solicitud ciudadana sea al menos escuchada:
Porque si no, nos quedaremos en la anécdota. Como la pugna entre los dos principales candidatos a la presidencia del Gobierno (@conRubacaba y @marianorajoy) por acumular un mayor número de seguidores en Twitter.
No por utilizar mejor las posibilidades que ofrecen las redes sociales, no por crear una auténtica comunidad, con debate y reflexiones conjuntas, no por pedir opinión y plantear propuestas, no por hacer partícipes a los ciudadanos de sus iniciativas y aprovechar el increíble potencial de miles de personas…
¿Es esto transparencia? En mi opinión no; es únicamente desperdiciar unos medios con un potencial enorme porque no se tiene el compromiso y la actitud previos para hacerlo.
Solo se utilizan de acuerdo con los antiguos criterios políticos, cuya vida cada día es más corta.
Enlaces relacionados:
  • Efectos económicos de la corrupción [Enlace ya no disponible]
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